Empezamos hoy este blog con la intención de daros a conocer lo que sucede en Marrakech, la ciudad donde se ubica el Riad
También conocida como
Fundada en 1062 por los Almorávides fue capital del Imperio Islámico y es junto con Fez, Meknes y Rabat una de las cuatro ciudades Imperiales.
En Marrakech se encuentran numerosos monumentos que son Patrimonio de
El zoco, se transforma en un delta humano desparramándose por las
callejuelas y recovecos de la Medina
y en él es imposible no encontrar algo que nos sorprenda. Todas las mercancías
imaginables se agolpan en sus miles de tiendas y tenderetes en una profusión de
colores y olores, sabores y tactos que no son sino un regalo para los sentidos.
Merece la pena perderse y deambular por estas calles, sin rumbo fijo y con los
sentidos muy atentos. Al final siempre desembocaremos en una calle por la que
hemos pasado antes, un puesto que nos suena, una mezquita cuya emblemática
puerta no nos ha dejado indiferentes o incluso en la propia plaza, donde
podremos admirar el bullicio desde alguna de las terrazas de los cafés que la
rodean. Con suerte incluso podremos caer en el Riad en el que nos alojamos y
descansar un poco antes de aventurarnos de nuevo en este laberinto humano que
es Marrakech.
La plaza es el corazón de la medina. Se trata de un espacio abierto de forma
irregular en el que a lo largo del día se va produciendo una fascinante
transformación, pasando de la somnolencia de la mañana solo interrumpida por
las voces de los vendedores de los deliciosos zumos de naranja y frutos secos,
al ajetreo de la tarde. Es entonces cuando se empieza a poblar de paseantes
locales y turistas ávidos de experimentar la sensación de viajar en el tiempo y
trasladarse a una época en la que cuenta cuentos, escritores de cartas, encantadores de serpientes,
barberos y dentistas, malabaristas y faquires, músicos y aguadores, tal y como
continua sucediendo todos los días desde tiempos inmemoriales, se convierten en
absolutos protagonistas de la plaza.
Pero es por la noche, al caer el sol y desvanecerse el canto de los
almuédanos, cuando este lugar alcanza el clímax y entre los corrillos que se
forman alrededor de cada uno de estos personajes atemporales, fluyen los aromas
procedentes de las cocinas de las decenas de chiringuitos que ofrecen sus
platos tradicionales.....deliciosos caracoles, cabeza de cordero, couscous,
brochetas de toda índole y hasta pescado proveniente de las cercanas costas del
Atlántico, acompañados como no, del té de menta. De música de fondo, el sonido
de las gaitas y los laúdes, tambores y aplausos. Un espectáculo imperdible y difícil
de olvidar para quien tiene la fortuna de poder observarlo y disfrutarlo.
Todo esto y mucho más es Marrakech y desde aquí queremos invitarte a
conocerlo mejor.
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